Afanado estaba Aladino en sacarle brillo a aquella extraña lámpara. Lengua fuera, por el esfuerzo, no se percataba de las finas líneas de aire denso que salían de ella. Serpenteaban elevándose por encima de su cabeza, sin tomar aún la forma que iba a sorprenderle en un instante. La lámpara era la morada de un poderoso genio.
Del relato "La princesa y el guisante". Lápices y rotuladores, 10x15cm. Estructura de cama imposible, pero cierta. Colchones de última generación, con estampado vintage, y alguno más modernillo. Super-almohada cervical aterciopelada. Guisante incluído. Una ganga.
Lápiz, rotuladores, dorado y plata. Y mide 10x15, que muchos me lo preguntáis y nunca lo pongo. Es pequeñita pero matona. Y le ha sentado mal la manzana, como se puede observar.